
Voy a hacerte una pequeña confesión: copio mucho. Sí, copio. He copiado el diseño de este blog, ideas para escribir, presentaciones para hacer a mis alumnos o frases de libros. Sí, lo reconozco: he copiado. Y no me arrepiento. De hecho tengo intención de seguir haciéndolo. Y te animo a que tú también lo hagas. Te animo a que tú también copies.
Copiar no está bien visto. Desde pequeños nos enseñan que no debemos copiar. En la mayoría de los casos copiar está castigado. Y en determinadas circunstancias, como unas oposiciones o una canción, puede ser hasta un delito. Pero no es lo mismo copiar que plagiar, al menos como yo lo veo.
Plagiar es copiar una idea u obra literaria, artística o científica de otro autor presentándola como si fuera propia.
Copiar es hacer una cosa igual que otras ya hecha, pero tomando esta como modelo.
Yo he copiado, pero creo que no he plagiado. Al menos no intencionadamente. Porque he tomado textos, presentaciones, diseños como modelos para copiarlos aportando mi estilo. Y cuando he reproducido exactamente y sin cambios esos textos, presentaciones o diseños he procurado siempre citar la fuente. Para eso soy periodista.
El impulso, al empezar, es copiar. Y eso no es algo malo. Los humanos aprendemos por imitación. Cuando somos bebés copiamos los sonidos que hacen quienes nos rodean y así aprendemos a hablar. También copiamos sus expresiones para aprender a demostrar nuestras emociones y la dinámica se repite en casi todo.
Cuando somos niños copiamos, es decir imitamos, actitudes, palabras o gestos, por ejemplo, de nuestros futbolistas, cantantes o actores preferidos. Y lo seguimos haciendo según vamos creciendo.
De hecho, la mayoría de nosotros solo encontramos nuestra propia voz después de sonar (copiar) como muchas otras personas. Y aquí es donde está la diferencia: en tu voz, tu estilo, tu marca personal.
No te preocupes por que te copien una idea
La idea de copiar se puede aplicar a la hora de crear un proyecto periodístico, a la hora de innovar o en la marca personal.
Por ejemplo, cuando alguien me consulta para conocer mi opinión sobre una idea para convertirla en un proyecto periodístico, yo siempre recomiendo que comparta esa idea con mucha gente, con sus amigos, compañeros o familiares. Todos ellos nos pueden ofrecer unas primeras valoraciones, que pueden ser muy buenos indicadores para modificar o mejorar su idea inicial.
Sin embargo, cuando les animo a que difundan su idea casi siempre me encuentro con la misma objeción: “¿Cómo voy a hacer eso? ¿Y si me copian la idea?”. Mi respuesta siempre es la misma: seguro que esa idea la ha tenido antes alguien y no debes preocuparte por que te copien. De hecho si alguien te copiara la idea sería una buena noticia, significaría que la idea es buena y puede funcionar.
Pero aunque te copiaran la idea, la diferencia estaría en la ejecución. Tú y quién te hubiera copiado la idea no terminarías creando la misma empresa, siempre sería distinta, cada uno aplicaría su estilo y el resultado final sería muy distinto.
Por eso el valor de una idea no está en evitar que te copien, sino en conseguir que todos te quieran copiar. De hecho, yo copio lo que creo que es bueno y te animaba al principio de este texto a hacer lo mismo. No copio lo mediocre, ni te lo aconsejo.
Hay sitios donde está bien visto copiar. Por ejemplo, en Silicon Valley. Allí está bien visto copiar, pero hay que ser muy rápido en llevar la idea a la práctica, porque en esa conversión de la idea en un objeto tangible o un proyecto incipiente es donde se produce la diferenciación.
Sin embargo, copiar una idea no garantiza el éxito. Al contrario, si solo te limitas a intentar copiar sin aportar nada nuevo es bastante posible que fracases.
Construye tu estilo propio
De igual forma ocurre con tu marca personal. Puedes tener referentes en los que fijarte, periodistas que te gustan y a los que te gustaría imitar. Pero te has parado a pensar por qué te gustan: ¿Por el tipo de informaciones que hacen? ¿Por sus entrevistas? ¿Por su forma de comunicar?
Te pueden gustar por cualquiera de estas razones, pero si lo analizas un poco estoy convencido de que te atraen por un estilo propio de hacer información, entrevistar o comunicar. Por eso, los grandes referentes de cualquier profesión son difíciles de imitar, porque tienen su sello personal.
Tú puedes estudiarlos, ver cómo se visten, cómo hablan, cómo trabajan, cómo se preparan y tratar de copiarlo. Pero todo eso solo tiene sentido si te sirve de inspiración para construir tu propio estilo, tu propia marca, tu propia voz.
No vale de nada limitarse a copiar sin aportar nada más. Porque la única cosa que posees, y que nadie más tiene, eres tú. Tu estilo, tu historia, tu visión, tu forma de hablar, de preguntar, de escribir, de comunicar. Así que habla, pregunta, escribe y comunica como solo tú puedes, después de copiar.
Deja una respuesta