Soy periodista y quiero poner en marcha mi propio proyecto, pero no sé por dónde empezar.
Quizá esta reflexión se la esté planteando ahora mismo algún periodista. Puede incluso que tú tengas esta idea en la cabeza desde hace algún tiempo. Ya sea porque has salido de la universidad y no encuentras trabajo o porque has sido víctima de una regulación de empleo en un medio de comunicación o simplemente porque estás descontento con tu trabajo, la idea de emprender en periodismo tiene cada día más fuerza.
Pero la primera barrera con la que nos encontramos los periodistas a la hora de plantearnos poner en marcha nuestro propio proyecto es la escasa preparación que tenemos en todo lo relacionado con el emprendimiento. No nos han formado, tenemos pánico a los números y durante décadas se ha ido incrustando en el ADN de la profesión que todo lo relacionado con las cuentas, los aspectos comerciales, el marketing y la organización empresarial no era algo de lo que tuviéramos que ocuparnos los periodistas, y ni siquiera teníamos que aprender sobre ello.
Qué equivocados estábamos. Ahora, cuando vemos cómo los medios de comunicación incorporan cada vez menos periodistas, nos hemos dado cuenta de que, en muchos casos, somos nosotros los que tenemos que tomar las riendas de nuestros proyectos para tener futuro.
Y aquí es donde comienzan las dificultades. Imaginemos a un periodista, que puedes ser tú, dándole vueltas a la idea de emprender. Quizá estés especializado en un tema, posees ciertas aficiones, vislumbras alguna oportunidad en un mercado concreto, y lo más importante, tienes un proyecto en la cabeza. Perfecto, pero ¿por dónde empezar?
La ocurrencia
Bueno, pues si estás en esta situación, lo primero que necesitas saber es que has tenido una ocurrencia. Ya veremos si puedes transformarla en una idea emprendedora, pero de momento es una ocurrencia.
Es un paso muy importante, pero no es suficiente para decidirse a emprender.
La primera tarea que tienes ahora es muy complicada: consiste en distinguir lo que puede ser una ocurrencia de una buena idea o, incluso, de una idea innovadora. No es algo fácil, pero identificar correctamente en qué categoría se clasifica lo que te ronda por la cabeza es una fase esencial que te puede ahorrar mucho tiempo, dinero, esfuerzo e ilusión.
La idea
Bien, ahora que tenemos claro que estamos en la fase de la ocurrencia, vamos a averiguar si es posible elevarla a la categoría de idea.
Para ello no basta con sentarse y ver qué se nos ocurre. Eso ya lo hemos hecho, ya hemos tenido la ocurrencia. Ahora se trata de encontrar una propuesta de valor, sea un producto o un servicio.
Hay que descubrir aquello que vas a ofrecer porque crees que alguien lo necesita o lo va a necesitar. Lo digo de otra forma: la idea que tienes para lanzar un proyecto debe solucionar un problema.
Así que busca problemas y reflexiona sobre si tu idea se adapta a alguna necesidad de la audiencia. Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo hago yo todo esto?
Abre bien los ojos, pregunta y escucha
La respuesta profesional sería con un estudio de mercado. Mi respuesta es abre bien los ojos y los oídos, mira y escucha con atención a tu alrededor.
Una buena idea es solo el comienzo. Además, esa idea estupenda que piensas que has tenido seguramente no sea nueva, otros ya la habrán tenido; y si no fue la misma, una parecida. ¡Ah!, una mala noticia más: tienes muchas posibilidades de fracasar.
Por tanto, antes de lanzarte a invertir, comparte tu idea con amigos y expertos porque van a ayudarte a definirla y van a orientarte en cómo llevarla adelante. Y empieza a estudiar el mercado.
La idea puede ser única, distinta o mejor que otras. Pero para confirmarla, debes investigar si otros están haciendo algo parecido. Que alguien ya lo haga no significa que no debas hacerlo tú; simplemente confirma que es una buena idea. Tu tarea será hacerlo diferente, mejor o en otro lugar.
Para ello es fundamental preguntar mucho, a todo el mundo, pero, sobre todo, escuchar. Más importante que las preguntas es escuchar y analizar las respuestas porque te pueden dar muchas pistas para orientar tu idea antes de ponerte a trabajar en ella.
Un estudio de mercado low cost
Cuando pensamos en un estudio de mercado intuimos que costará mucho dinero. Y sí, efectivamente, un buen estudio de mercado cuesta incluso más que poner en marcha la propia empresa. Pero seguro que no dispones de mucho dinero y no crees que la mejor opción sea dedicar lo que tienes a esto. Estoy de acuerdo, así que vamos a probar con un estudio de mercado low cost.
¿En qué consiste un estudio de mercado low cost? Pues como te decía antes en abrir bien los ojos y los oídos, y agudizar el ingenio para utilizar muchísima información y numerosas herramientas gratuitas que tenemos a nuestra disposición.
Por ejemplo, para averiguar la audiencia potencial de nuestro producto o servicio podemos buscar en el Instituto Nacional de Estadística (INE) datos geográficos, sociológicos, demográficos, etc. de un área o grupo social determinado. El INE es una fuente increíble de datos, pero no es la única.
También podemos ir a Google Trends para ver lo que la gente está buscando en Google. Esto nos dará información sobre si hay un interés a priori o no por nuestro producto o servicio.
Además, tenemos otra herramienta de Google gratuita y muy potente, Google Keywords Planner. El planificador de palabras clave se utiliza mucho para hacer campañas de publicidad en Google. Funciona como un taller donde se pueden buscar ideas de palabras clave y comprobar el rendimiento de una lista de palabras clave, a nivel global como local, lo que nos puede dar una información muy valiosa sobre el posible comportamiento de clientes/lectores/audiencia en un sector.
Pero obviamente nosotros nos movemos en el sector de la información, por lo que tendremos que buscar cifras de difusión y de audiencias de otros medios que pudieran ser competidores ya sea por temática o por zona geográfica con el nuestro.
Hay, por tanto, que acudir a los datos del Estudio General de Medios (EGM), de la Oficina de Justificación de Difusión (OJD) o de innumerables estudios, análisis e informes del sector de los medios de comunicación para hacernos una idea del terreno de juego al que pretendemos lanzarnos.
Y además, por qué no, podemos recurrir a organizar una campaña de crowdfunding previa al lanzamiento del producto para comprobar el interés que despierta nuestra idea.
Con esta forma de validación de la idea de negocio es el mercado el que determina que el producto mínimo viable pueda funcionar, porque se puede comprobar realmente si la idea tiene sentido, resuelve una necesidad y despierta el interés real por parte de la gente.
Y, por supuesto, además de preguntar a todo el mundo, hay que analizar la competencia (¿qué hacen?, ¿hay muchos? ¿les va bien?), y estudiar los casos de ideas emprendedoras exitosas en otros países para sopesar las posibilidades de aplicarlas en nuestro negocio.
¿Interesante, verdad? Pues cuando ya tengamos recopilados todos estos datos, entonces vendrá la siguiente decisión, la de pasar a una segunda fase, empezar con el plan de negocio, analizar el modelo de negocio y la organización. Pero antes, por lo menos, habremos comprobado si nuestra ocurrencia puede ser una idea por la que algunas personas están dispuestas a darnos parte de su tiempo o de su dinero, los dos elementos por lo que competimos todos.
Bastante útiles los consejos sobre cómo hacer un estudio de mercado de bajo costo (prácticamente gratuito).
Lo que encuentro debatible es poner la idea de nuestro emprendimiento en sitios de crowfunding porque nos expondríamos a que otro nos gane la iniciativa.
Gracias por el post.
Muchas gracias Ligia por visitar el blog y por tu comentario. Respecto a tus dudas sobre la conveniencia o no de dar a conocer tu idea, creo que lanzar una campaña para captar donaciones puede ser una herramienta muy útil para comprobar si existe interés por tu producto o servicio. Ya se hace, por ejemplo, con libros antes de escribirlos o con productos docentes.
Yo no me preocuparía tanto de si me van a copiar la idea. Creo que en la primera fase lo mejor es compartirla con cuanta más gente mejor para conocer si interesa o incluso cómo orientarla. Esto te puede ahorrar mucho tiempo y dinero porque si una vez lanzado el proyecto descubres que no interesa, habrás perdido tiempo y quizá dinero.
Además tampoco tenemos que pensar que la gente está pendiente de nosotros. Y el cualquier caso, si la idea despierta interés o incluso tratan de imitarnos, eso significa que puede tener éxito.
Un saludo
Enrique
Bueno, cuando expones tu proyecto en una campaña de crowdfunding es porque, normalmente, ya lo tienes muy desarrollado y casi pendiente de la fase de producción, con lo cual un posible competidor parte con una gran desventaja. En cualquier caso, una campaña de crowdfunding también te aporta visibilidad en el mercado y feedback temprano.
Yo hice uno en Kickstarter hará 3 años y conseguimos nuestro objetivo (40K USD) y no fue fácil, es muy estresante, pero fue una gran experiencia.