Índice de contenidos

¿Qué valor tiene una historia sin fuentes, sin comprobación? Se puede responder de muchas formas a esta pregunta, pero básicamente todas las respuestas nos conducen a una: muy poco valor, por no decir ninguno.
Las fuentes son una de las esencias del periodismo y, en general, cuanto mejor es la fuente mejor es el periodismo. Cuanto más fiable es la fuente mas fiable es el periodismo y más fiable es el periodista.
Pero desgraciadamente hay ocasiones en las que se producen fallos: de la fuente, del periodista o de ambos. Y uno de esos casos ocurrió con una información que publicó El País sobre Zinedine Zidane y su vuelta al Real Madrid.
Supongo que aunque no te guste el fútbol estás al tanto de la vuelta de Zidane al banquillo del Real Madrid tras su eliminación en octavos de final de la Champions el 5 de marzo.
Sólo cinco días después de la eliminación del Real Madrid en octavos de final de la Champions League, El País publicó un artículo en su edición digital, y al día siguiente, lunes 11 de marzo, en su edición impresa con un titular que los hechos desmintieron ese mismo día. “Zidane no quiere saber nada”.
En esa noticia se afirmaba que Zidane no iba a volver a entrenar al Real Madrid y que ni siquiera el presidente del club, Florentino Pérez, había contactado personalmente con él para hacerle una oferta.
Pues bien esa misma tarde del lunes 11 de marzo, el Real Madrid anunció el regreso de Zidane como entrenador con un contrato hasta junio de 2022.
El Defensor del Lector de El País publicó un artículo unos días después, concretamente el domingo 17 de marzo, pidiendo disculpas y criticando en un tono bastante duro la “falsa noticia” que dio su periódico.
Daño a la reputación de un periódico
Carlos Yárnoz, el defensor del lector de El País, comenzaba su artículo diciendo que “pocas cosas dañan más la reputación de un periódico que tener en los quioscos una noticia impresa con un titular que los hechos desmienten el mismo día”.
Yárnoz denunciaba que la falsa noticia sobre Zidane tenía una carencia básica: no citaba ninguna fuente.
Incumplía, por tanto, un principio elemental del Libro de Estilo del propio periódico, que dice que las informaciones solo pueden ser obtenidas por tres vías: el periodista es testigo de los hechos, el periodista extrae información de documentos, informes o estadísticas o, en el tercer caso, una persona cuenta algo al periodista.
Evidentemente, la noticia de El País pertenece a este tercer grupo. Alguien, una fuente, ha contado algo al periodista que ha escrito la noticia.
Pero en este tipo de información hay varios elementos a tener en cuenta: hay que saber a quién preguntar, hay que saber cómo preguntar y el periodista tiene que decidir si se fía o no de su fuente.
El periodista que escribió la noticia argumenta que su fuente era una persona del club implicada en la búsqueda de entrenadores.
Anonimato, admisible; informaciones sin fuentes, no
Es evidente que en algunos casos los informantes hablan bajo condición de anonimato. Es lógico y es una práctica habitual en nuestro oficio, que admite sin problemas fórmulas para respetar ese anonimato.
Pero lo que critica el defensor del lector de El País al periodista de su propio periódico es que no citara ninguna fuente. Y también critica que sus superiores tampoco exigieran una mayor identificación de las fuentes al periodista.
Evidentemente no se trata aquí de juzgar ni al periódico El País ni al periodista que escribió el artículo. Mi propósito con este ejemplo es reflexionar sobre una práctica que cada vez se da más en el periodismo: dar informaciones sin citar fuentes, un defecto que resta credibilidad a la profesión.
A menudo las fuentes se obvian y el periodista escribe como si hubiese tenido conocimiento de los hechos por ciencia infusa.
Y esto, además de la pérdida de credibilidad que te decía antes, también ha servido de coartada, por ejemplo, al propio Donald Trump para arremeter contra los periodistas.
Desgraciadamente vemos casi a diario informaciones sin una atribución clara a una fuente o directamente sin ninguna fuente.
Se puede hablar casi de la epidemia de las fuentes anónimas. No es algo nuevo. Ya en 2004 algunos de los principales medios estadounidenses como The New York Times decidieron poner freno al uso de fuentes anónimas en sus historias.
Periodistas que se inventan historias
Los motivos fueron muchos. Solo un año antes se había destapado el escándalo de Jayson Blair, un periodista del periódico que se inventaba historias de todo tipo citando a fuentes anónimas cuya existencia nadie iba a poder comprobar.
Coletillas como “fuentes anónimas que no pueden hablar por temor a represalias” o “fuentes anónimas porque la investigación sigue su curso” empezaron a multiplicarse en la prensa en esa época
Evidentemente, el uso de las fuentes anónimas permite a los periodistas hacer muchas veces su trabajo. Difícilmente pudiera haberse conocido el caso Watergate, por ejemplo.
Es un recurso que se debe aceptar pero del que no conviene abusar, y que siempre tiene que estar amparado por el hecho de que la fuente da información esencial, no para que la fuente transmita opinión ni especulación.
Las fuentes anónimas deberían ser un último recurso. Y cuando no se pudiera evitar recurrir a ellas, el periodista debería explicar por qué esa fuente pide permanecer en el anonimato y la razón por la que se le concede.
Comprobar antes de publicar
“¿Qué valor tiene una historia sin fuentes, sin comprobación?» Esta pregunta forma parte de un diálogo de una serie que se llama The Newsroom, y que recrea la redacción de un canal de televisión.
Además del anonimato, el tema de las fuentes también tiene esta otra vertiente, la necesidad de comprobar antes de publicar la información que aporta una fuente. Sobre todo en esta época de redes sociales, de inmediatez y de información en tiempo real.
Porque en esta vorágine de las noticias en tiempo real, copiar a otros y dar una noticia que otros están dando sin confirmarla por tus propios medios es otros de los pecados en los que está cayendo el periodismo ahora.
Y en este sentido para terminar te planteo una pregunta: ¿qué hay que hacer: dar la noticia que están dando todos o no decir nada hasta haberla contrastado dando la impresión de llegar los últimos?
Totalmente de acuerdo con lo que dices Enrique. El soporte vital de cada noticia es una fuente de confirmación que pueda servir de referencia para tales hechos o acontecimientos, ahora mismo, con las fakes news y las noticias desinformativas, sumada a este tipo de prácticas el periodismo se encuentra en un punto muy delicado.
-Gustavo Woltmann.
Es una epidemia muy dañina…