Una de las cosas que más me atrae de Twitter es la posibilidad de conocer de primera mano la opinión sobre cualquier tema de personas que considero interesantes, o incluso ver cómo entran en debate (constructivo) para defender sus ideas. Esta atracción es especialmente fuerte cuando el tema es el periodismo y el protagonista es uno de los directivos más influyentes de uno de los grandes grupos de comunicación en España en la actualidad: Maurizio Carlotti, vicepresidente de Atresmedia.
Desde su aterrizaje en Twitter, Carlotti ha ido aumentando progresivamente el tiempo diario que le dedica a esta plataforma así como la diversidad de temas tratados y la intensidad de sus debates. Entra en un diálogo permanente y directo con otros usuarios, (algo digno de elogio y ejemplo de la conversación que deberían mantener los periodistas con sus lectores), y no tiene ningún reparo en defender con vehemencia sus posiciones, lo que le he llevado en ocasiones a enzarzarse en animadas discusiones sobre muy variados temas, como su defensa de la televisión privada frente a la pública, el sistema educativo universitario, la financiación del cine…
Hace unas semanas Carlotti en su cuenta de Twitter abordó un tema tan atractivo como polémico: ¿quién manda en un medio de comunicación? A los jóvenes estudiantes que empiezan y aspiran a ser periodistas les gusta pensar que ellos, que sin su labor nada será posible y que la libertad de expresión les hace libres sin fin. Pero, según Carlotti, se les olvida, se nos olvida, algo; resulta que esa libertad de expresión es del editor, del propietario del medio de comunicación, que decide su linea editorial y elige a los profesionales que considera adecuados para desarrollarla.
Como un ingeniero no puede diseñar el coche que le guste y se somete a directivas de la empresa, así un periodista acepta la linea editorial
Durante su debate con diferentes tuiteros Carlotti fue defendiendo su visión empresarial del negocio periodístico, dejando claro algo que desgraciadamente muchos periodistas se han empeñado en no ver durante demasiado tiempo: las empresas informativas quieren hacer negocio, la información es un producto que hay que vender, cuanto más mejor, y que no se diferencia en lo sustancial de otras actividades en cuanto a último objetivo: obtener el máximo beneficio lícito posible.
La linea editorial, en una EMPRESA de comunicación, es la esencia del producto o servicio que esta empresa intenta VENDER.
Porque, además, de esta forma (con empresas que vendan mucho, obtengan beneficio y sean solventes) los periodistas tendremos la oportunidad de desarrollarnos profesionalmente, ejercer nuestra profesión en mejores condiciones y cumplir de forma más apropiada con nuestra labor, que no es otra que informar con rigor, honestidad y profesionalidad (dejemos, por favor, de lado la objetividad, vamos a ser serios).
En un reciente artículo, James Brainer animaba a los periodistas a pronunciar cinco palabras que hasta ahora se consideraban tabú: negocio, marketing, beneficios, cliente y anunciante. No hay que tener miedo a pronunciarlas porque, además, reconozcámoslo, Carlotti tiene razón:
Un buen periodista al mando de un grupo empresarial de comunicación raramente ha sido un éxito de rentabilidad.
Si queremos vivir del periodismo tenemos que reconocer de una vez que esta profesión debe ser un negocio, que alguien tiene que pagar las cuentas y que el periodismo conlleva intercambio de dinero para ganar más dinero. Que unos se ocupen del producto y otros de la empresa, eso sí, con un objetivo común: garantizar el ejercicio profesional y el futuro de este oficio.
PD: aquí se puede acceder a una selección de tuits del debate en la cuenta de Carlotti sobre las empresas periodísticas.
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