Los periodistas hemos pecado durante mucho tiempo de egocentrismo: nuestro trabajo era el más importante; nuestro texto, el mejor; nuestra misión en la sociedad, fundamental. Nos creíamos en el centro del sistema: los poderes políticos, económicos y sociales nos necesitaban para difundir sus mensajes y el público sólo podía informarse a través de nuestro trabajo. Hasta que llegó Internet y las redes sociales y dinamitaron este modelo. Los intermediarios, nosotros los periodistas, no éramos ya esenciales en esa labor de difusión. Emisor y receptor se podían conectar directamente, con lo que los periodistas tuvimos que aprender que además de trabajar para el público se podía trabajar con el público. Y en ese proceso estamos.
Durante mucho tiempo nuestro trabajo consistió en preparar nuestras informaciones, redactarlas, difundirlas y olvidarnos de ellas. Trabajábamos para el público, pero no de cara al público y, sobre todo, no escuchábamos al público.
Pensemos en un restaurante que tiene una carta, prepara un menú diario con su estilo, lo sirve y cobra por ello pero no hace nada por escuchar las opiniones de sus clientes. Únicamente se limita a repetir el proceso día tras día. Así funcionaban los medios de comunicación: todos los días preparaban su menú informativo, lo difundían, pero ni se preocupaban ni se molestaban en escuchar si ese menú era agradable, útil, apetecible, estaba bien presentado o simplemente era el menos malo del barrio.
La razón última del periodismo, la última palabra, el término sin el cual deja de tener sentido, es el público (James Carey)
«La razón última del periodismo, la última palabra, el término sin el cual deja de tener sentido, es el público», decía James Carey. Y los periodistas estamos aprendiendo ahora que no sólo debemos dirigirnos a ese público, sino que también debemos escucharlo y participar en su conversación.
Las redes sociales son un lugar muy útil para los periodistas. Nos permiten construir nuestra marca personal y destacar entre la multitud. Pero también son un lugar ideal para escuchar al público y trabajar en red con periodistas afines, en definitiva, para desenvolvernos en una comunidad.
Los periodistas debemos utilizar las redes sociales para promover no sólo nuestro trabajo, sino también para involucrarnos en las comunidades a las que nos dirigimos. «Si quieres estar frente a un nuevo público, participa en su comunidad primero», afirma Andrea Vahl.
El periodista puede aprovechar el poder de las redes sociales para hacer crecer su audiencia, mejorar su reputación y su trabajo. Y para ello no solo debe utilizar los medios sociales con el objetivo de aumentar el consumo/visitas de su medio de comunicación, también para interactuar y colaborar.
Si quieres estar frente a un nuevo público, primero participa en su comunidad (Andrea Vahl)
La clave está en pensar en lo que resulta interesante para tu público. Jeff Jarvis afirma que escuchar a las personas a las que servimos no tiene nada de malo. Y apuesta por dejar de ver a las personas como masa. «Tenemos que conocerlas y, a continuación, servirlas como individuos y comunidades», sostiene.
Internet es un lugar, como la esquina de una calle o un bar, donde la gente habla. Esa conversación tiene valor. Escuchando al público podemos entender lo que piensa y conocer sus necesidades informativas.
Aunque puede ser tentador usar las redes sociales exclusivamente para promover nuestro propio trabajo, es conveniente ampliar el foco y aprender a ser útiles a nuestra audiencia si la escuchamos y la ayudamos a conseguir sus objetivos.
También podemos aportar valor difundiendo el trabajo de otros periodistas. Compartiendo mensajes, artículos y vídeos que no están escritas por uno mismo vamos a demostrar que estamos activos y que conocemos la información más reciente. Vamos a hacer comunidad siendo útiles a la comunidad.
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